Escuela italiana; siglo XVII.
“Cristo muerto”.
Óleo sobre cobre.
Posee marco de época.
Medidas: 16 x 22 cm; 21 x 27 cm (marco).
La piel nacarada de un cristo yacente aporta una luz teatral y mortecina a esta escena devocional. La temática, la tonalidad y la composición configuran una imagen que despierta la pasión del fiel, invitándole a reflexionar sobre los últimos momentos de Cristo. En un formato apaisado, se dan cita varias figuras que recaen sobre el cuerpo de Jesús, protagonista de la escena. Las figuras destacan por su monumentalidad y volumetría copando la totalidad de la superficie que queda velada al espectador incluso en el caso del personaje que se encuentra representado en segundo plano, el cual pasa casi desapercibido.
Iconográficamente es un tema muy emotivo, fruto de la piedad popular, que concentra la atención en el drama de la Pasión y la contemplación amorosa y doliente, con sentido realista y conmovedor. En Bizancio, y en las representaciones de influencia bizantina, la figura de Cristo descansa sobre la losa de la unción, donde su cadáver fue perfumado y preparado para recibir sepultura, que posteriormente en el arte italiano se convertirá en sepulcro. Esta escena no aparece referida en los Evangelios, sino que encuentra su origen en la literatura mística y en los textos religiosos de piedad, así como en los de las cofradías de flagelantes. En los Evangelios canónicos y en el apócrifo de Nicodemo se narra cómo José de Arimatea enterró el cuerpo de Jesús.