Seguidor de BARLOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 – 1682); Siglo XX.
“Rebeca en el pozo”.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 20 x 40,5 cm.
En esta pintura de escuela sevillana de periodo decimonónico, el autor reproduce el cuadro murillesco "Rebeca y Eliezer" (de 1660, conservado en el Museo del Prado), manteniéndose fiel al original. La obra nos muestra a Rebeca, futura esposa del patriarca hebreo Isaac, conversando junto al pozo con Eliezer, que era un criado de su futuro suegro Abraham, junto al pozo. Es un pasaje bíblico representado con frecuenta en la pintura europea del siglo XVII. La versión de Murillo, como es habitual en el maestro sevillano, tiene la peculiaridad de situarnos ante una típica escena andaluza. Rebeca y sus vecinas parecen muchachas del barrio de Triana o de cualquier pueblo andaluz de su época, reunidas con sus cántaros en torno a la fuente. Exceptuando la indumentaria, la escenografía sería común a cualquier zona de España.
La pintura narra un episodio procedente del Génesis (24: 18-20), relativo a la elección de una esposa para Isaac. Cuando sus días estaban tocando a su fin, Abraham empezó a pensar en encontrar una esposa para su hijo. No quería que éste se casara con una mujer de Canaán, la tierra en la que vivían, sino de Ur, donde él había nacido. Así, Abraham llamó a uno de sus criados, Eliezer, y le dijo que Dios le ayudaría a encontrar una esposa para Isaac entre los parientes que vivían en su tierra natal de Mesopotamia. El criado se puso en camino, y cuando llegó a las puertas de la ciudad donde vivía Najor, el hermano de Abraham, dejó que sus camellos descansaran cerca de un pozo. Allí rezó a Dios: “Yavé, Dios de mi amo Abraham, salme al encuentro hoy, y muéstrate benigno con mi señor Abraham. Voy a ponerme junto al pozo de agua mientras las mujeres de la ciudad vienen a buscar agua; la joven a quien yo dijere: inclina tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella me respondiere: bebe tú y daré también de beber a tus camellos, sea la que tu destinas a tu siervo a Isaac”. Antes de que termine de hablar aparece Rebeca, joven virgen nieta de Najor, quien se dirige a llenar su cántaro de agua. Eliezer le pide un poco de agua de su cántaro, y ella se ofrece también a dar de beber a sus camellos. El siervo le ofrece entonces un anillo y dos brazaletes de oro, y le pregunta quién es y si puede pernoctar en la casa de su padre, a lo que ella accede. Eliezer narra toda su historia punto por punto, y la familia accede a que Rebeca vaya a casa de Abraham y contraiga matrimonio con Isaac.