Escuela española; siglo XVIII.
“Noli me tangere”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 40 x 30 cm; 54 x 42 cm (marco).
“Noli me tangere”, literalmente “no me toques”, son las palabras que Jesucristo dijo a María Magdalena después de la resurrección. La cita corresponde a Juan 20:17. La expresión original en griego sugiere una acción que continúa en el tiempo, por lo que quizás una mejor traducción sería: “no me retengas”. María Magdalena es un personaje principal de la Pasión y muerte de Jesucristo, que está al pie de la cruz en su Crucifixión, y que es de hecho la persona que se adelanta a Pedro y Juan en ir al sepulcro en la mañana de la Pascua, y la primera a la que Jesús se aparece resucitado. María va al sepulcro y lo ve abierto, por lo que cree que han robado el cuerpo, por lo que se suma a su dolor la pérdida del cuerpo que cree profanado. Cuenta el Evangelio que se inclina hacia el sepulcro y ve dentro dos ángeles sentados que le preguntan por qué llora; al volverse, se encuentra de frente a Jesús, pero sus lágrimas no le dejan ver, hasta que Él la llama por su nombre. Entonces le dice Jesús: “No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis germanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”. A primera vista se trata de una frase desconcertante, pero, como ya hemos indicado, para comprenderla hay que recurrir al griego, idioma en que fue escrito el evangelio, y escudriñar la estructura gramatical original. Así, la frase debería interpretarse como “No me retengas, que yo aún no he subido con el Padre y tú debes apresurarte a anunciar mi resurrección a los apóstoles”. Es como si le dijera a María que cuando Él estuviera en el cielo con su Padre ella podría abrazarlo todo el tiempo que quisiera, pero que en ese momento debía apurarse y avisar a sus hermanos. En el arte, este episodio conocido como “Noli me tangere” es uno de los más difundidos desde el Renacimiento. El tema suele ser representado en un huerto, en un bosque o en el jardín del Edén, pero en este caso el escenario se elimina, en un recurso muy propio del barroco naturalista napolitano, para centrar la atención del espectador en las dos figuras protagonistas.