Seguidor de BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 – Cádiz, 1682).
“San Feliz Cantalicio con el Niño”.Siglo XIX.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 74 x 57 cm.
La obra sigue los preceptos estéticos del lienzo homónimo realizado por Bartolomé Esteban Murillo, hoy día perteneciente a la colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla. La obra de Murillo fue creada en torno a 1668-1669 con la intención de adornar la nave de la Epístola del Convento de Capuchinos (Sevilla). Murillo inició su aprendizaje artístico hacia 1635 con el pintor sevillano Juan del Castillo, con quien estableció una larga relación profesional y amistosa. Permaneció vinculado a la ciudad de Sevilla a lo largo de toda su vida, y llegaría a ser el pintor más famoso y cotizado de la ciudad. El único viaje del que se tiene constancia se documenta en 1658, año en que el artista estuvo en Madrid, donde probablemente mantuvo contacto con los pintores de corte como Velázquez o Zurbarán, y pudo ver la colección real de pinturas. Murillo obtuvo importantes contratos tanto con instituciones religiosas como con personajes civiles. Muy pronto hubo pinturas suyas en las principales iglesias y conventos sevillanos e igualmente en las más nobles mansiones de la ciudad. El haberse convertido en el primer pintor de la ciudad, superando en fama incluso a Zurbarán, movió su voluntad de elevar el nivel expresivo y técnico de la pintura local. Por ello en 1660 decidió, junto con Francisco de Herrera el Mozo, fundar una academia de pintura en que los artistas pudiesen ejercitarse y perfeccionar sus recursos técnicos. Su fama era tal que traspasó los límites de la ciudad de Sevilla, y se extendió por todo el territorio nacional. Según Antonio Palomino, biógrafo de los pintores españoles, parece que hacia 1670 el rey de España, Carlos II, ofreció a Murillo la posibilidad de trasladarse a Madrid para trabajar allí como pintor de corte, aunque el artista declinó el ofrecimiento.