Escuela flamenca; siglo XVII.
“El buen pastor”.
Óleo sobre cobre.
Posee marco del siglo XIX.
Medidas: 15 x 11,5 cm; 23 x 19,5 cm (marco).
El tema del buen pastor es muy antiguo dentro del arte cristiano, y hunde sus raíces en el arte antiguo occidental, en concreto en los Moscóforos de la Grecia Antigua. Los cristianos seguirán estos modelos iconográficos para sus primeras representaciones, como vemos en ejemplos como las catacumbas de San Calixto. En cuanto a su significado, el buen pastor es una alegoría bíblica, referida originalmente a Yahveh y más tarde a Jesucristo. Se interpreta que el buen pastor es Dios, que salva a la oveja descarriada (el pecador). El tema aparece en el Antiguo Testamento, y en los Evangelios se aplica la misma alegoría a Jesús como Hijo de Dios. Se muestra en esta iconografía la Parábola del Buen Pastor que figura en los Evangelios (San Juan 10, 1-6; San Lucas 15, 3-7), en el que se habla del pastor que va a buscar a la oveja perdida, y que fue prefigurado en el Salmo 23 y en el Libro de Ezequiel (34,12), uniendo a Dios con la figura del pastor que cuida de las ovejas, de su rebaño. Dentro del arte, el tema es el más representado en la iconografía paleocristiana, y pueden encontrarse testimonios a partir del siglo II. A partir del siglo IV decae su representación hasta desaparecer totalmente en la Edad Media, pero finalmente se recupera entre los siglos XV y XVI. En el siglo XVII, compartirá protagonismo con la Divina Pastora, un tema que se populariza en el barroco.