Círculo de ACISCLO ANTONIO PALOMINO Y VELÁSCO (Bujalance, Córdoba, 1655 – Madrid, 1726).
“La circuncisión de Jesús”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas. 60 x 81 cm; 74 x 95 cm (marco).
Es el Evangelista Lucas quien narra este episodio (2, 21), siendo un tema iconográfico habitual en toda la tradición cristiana, y que precede a la Presentación del Niño en el Templo. El arte se ayuda de la información aportada por los Evangelios Apócrifos (Pseudo-Mateo, Evangelio árabe de la infancia, principalmente) para añadir detalles al tema que, en are, se muestra desde finales del siglo X, formando habitualmente parte del Ciclo de María o de Cristo. La presente obra cuenta con un fondo relativamente sencillo para centrar la atención del espectador sobre las figuras, aunque se ha ennoblecido gracias a una serie de molduras y cortinajes colgando, recordando trabajos del Barroco. Las figuras, mostradas casi de cintura hacia arriba, crean una equilibrada composición en torno al elemento central: el altar en que está el Niño Jesús, con el sacerdote que lo va a circuncidar. Aparece también María, con los colores habituales en su iconografía en este siglo.
El clasicismo se hace patente en la anatomía de las figuras, la falta de contrastes lumínicos y cromáticos fuertes, las expresiones de los personajes, etc., aunque también es clara la pervivencia de detalles de la tradición del barroco del siglo XVII, como es habitual en la escuela española de la época en algunas ocasiones.
Por sus características de estilo y forma, podemos relacionar esta obra con la mano de Acisclo Antonio Palomino, pintor y uno de los más destacados tratadistas de arte del barroco. Palomino se formó en Córdoba bajo la dirección de Juan de Valdés Leal. Viajó a Madrid en 1678, y allí fue introducido en el círculo de Carreño de Miranda y Claudio Coello, quienes le facilitaron el contacto con las colecciones reales y le dieron la oportunidad de realizar sus primeros trabajos para la corte, que le permitieron obtener el título de pintor del rey en 1688. La llegada de Lucas Jordán a Madrid en 1692 le hizo interesarse en la técnica del fresco, llegando a convertirse en uno de los más importantes fresquistas españoles de la segunda mitad del siglo XVII. Entre 1697 y 1701 trabajó en Valencia, y en 1705 viajó a Salamanca para realizar un encargo de tema religioso. Entre 1712 y 1713 pintó una serie de lienzos con escenas y santos relacionados con la historia de Córdoba para la catedral, y entre 1723 y 1725 trabajó en la que sería su última obra, la decoración del sagrario de la cartuja de El Paular de Granada. Ordenado sacerdote al quedar viudo en 1725, actualmente es especialmente conocido por su faceta de escritor y teórico del arte, gracias a su obra “El museo pictórico y escala óptica” (1715-24). Palomino está ampliamente representado en el Museo del Prado, así como en numerosas iglesias españolas y diversos museos de nuestra geografía.