Escuela española; principios del siglo XVII.
“San Juan Bautista”.
Óleo sobre cobre.
Posee marco del siglo XIX.
Medidas: 22 x 18 cm; 51 x 46 cm (marco).
Pequeño cobre devocional destinado a un altar o capilla privada, representando a san Juan en el desierto. El artista lo retrata como un joven pastor de aspecto clasicista, sumariamente vestido con un amplio manto encarnado. La figura se sitúa en primer plano, sentado junto a los árboles, frente a un paisaje panorámico. Pese a que se ha representado imberbe, cuando habitualmente ostenta largas y desgreñadas barbas, diversos son los atributos que nos permiten identificar a la figura como san Juan Bautista. En primer lugar, las ropas, pues bajo el manto rojo se adivina una la piel de camello. Además, el personaje sostiene con la mano una amplia vara, rematada en forma de cruz. Aparece también el cordero, símbolo de Cristo y su sacrificio a favor de la humanidad, atributo habitual de san Juan Bautista. El santo, por su parte adopta en un gesto de inspiración divina. El artista se inspira, probablemente, en imágenes clásicas del “Buen Pastor”, figuras bucólicas de jóvenes pastores cuidando de su ganado que fueron adoptadas ya a principios del cristianismo como figuras simbólicas de Jesús cuidando de sus fieles. Esta inspiración en fuentes clásicas podría explicar el aspecto juvenil y carente de barba de san Juan.
Los evangelios dicen de Juan el Bautista que fue hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, prima de la Virgen María. Se retiró muy joven al desierto de Judea para llevar una vida ascética y predicar la penitencia, y reconoció en Jesús, que se hizo bautizar por él, al Mesías anunciado por los profetas. Un año después del bautismo de Cristo, en el año 29, Juan fue arrestado y encarcelado por el tetrarca de Galilea Herodes Antipas, cuyo matrimonio con Herodías, su sobrina y cuñada, se había atrevido a censurar. Finalmente, san Juan fue decapitado, y su cabeza entregada a Salomé como premio por sus hermosas danzas. Este santo aparece en el arte cristiano con dos aspectos diferentes: como niño, compañero de juegos de Jesús, y como adulto, predicador ascético. El san Juan adulto que aquí vemos aparece vestido en el arte oriental con un sayo de piel de camello, que en occidente se reemplazó con una piel de oveja que le deja los brazos, las piernas y una parte del torso desnudos. El manto rojo que lleva a veces, así como en la escena de su intercesión en el Juicio Final, alude a su martirio. En el arte bizantino se le representa como un ángel de grandes alas, con su cabeza cortada en una bandeja que sostiene en sus manos. Sin embargo, sus atributos en el arte occidental son muy diferentes. El más frecuente es un cordero, que alude a Jesucristo, y con frecuencia porta una cruz de cañas con una filacteria con la inscripción “Ecce Agnus Dei”.