Maestro español; siglo XVII.
“San Francisco penitente”.
Óleo sobre lienzo.
Conserva tela original.
Presenta pérdidas y perforaciones.
Medidas: 185 x 125 cm; 189 x 129 cm (marco).
La obra muestra a San Francisco vestido con un hábito marrón oscuro, sosteniendo un cráneo con expresión solemne y meditativa. El artista inmortaliza con su pincel un momento de profunda reflexión sobre la muerte y la espiritualidad, temas comunes en el arte sacro del Renacimiento y el Barroco. La figura principal está arrodillada en el suelo, inmersa en la penumbra de una escena oscura y austera, donde el uso de luces y sombras realza la intimidad y el dramatismo de la obra.
La emotividad en esta pintura se transmite a través de la paleta oscura y el cuidadoso claroscuro que dirige la atención hacia el rostro y las manos del santo. La textura del hábito y el detallado tratamiento del cráneo aportan realismo, creando una atmósfera de recogimiento y reverencia. En el fondo, casi imperceptible, se puede observar otra figura, que parece acompañar la meditación del santo, agregando una capa de profundidad espiritual a la composición. La presencia de elementos religiosos, como un crucifijo y libros abiertos, enfatiza el contexto devocional y subraya la reflexión sobre la mortalidad y el conocimiento sagrado.
La obra logra una poderosa carga emocional mediante la representación serena y humilde del santo, invitando al espectador a compartir su introspección y su búsqueda espiritual. El tono melancólico y la atención a los detalles simbolizan la fragilidad de la vida y el camino hacia la salvación, logrando así un impacto profundo y contemplativo.
Estéticamente la obra se acerca al estilo de Herrera "El Viejo", de hecho guarda cierta similitud con su pintura de San Francisco, actualmente en la colección del El Museo Meadows de Dallas. Francisco de Herrera el viejo (Sevilla; h. 1590-Madrid; h. 1654), fue uno de los máximos representantes de la pintura barroca sevillana. Perteneciente a una familia de artistas, formada por pintores y doradores, se educó en un primer momento en el taller de su padre, aunque algunas fuentes citan a Pacheco como maestro. Respecto a su estilo el Museo del Prado lo define de la siguiente manera “En los primeros años de su actividad aparece deudor del arte de la iluminación practicada por su padre, sobre todo en su preocupación por lo lineal. Las fórmulas del tardomanierismo practicadas por Pacheco también están presentes en esta etapa inicial. Pero la influencia más sentida en el trabajo del Herrera maduro fue el arte de Juan de Roelas, una de las máximas figuras de la pintura sevillana de aquellos años. De él procede ante todo la factura, de toques sueltos y de raíz veneciana, que Herrera exacerbó hasta llegar a una extrema soltura de pincelada. Así, aun contando todavía en sus obras con esquemas compositivos ciertamente manieristas, éstos se suavizan por la técnica desenvuelta que practica”.