Escuela italiana; finales del siglo XVII.
“El nacimiento de la Virgen”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado antiguo.
Precisa limpieza.
Medidas: 127 x 154 cm; 146 x 171 cm (marco).
En esta obra se representa el primer baño de la Virgen María, recién nacida, por parte de dos sirvientas situadas en el centro de la escena. A pesar del gran protagonismo de las figuras centrales, la obra se enriquece con un conjunto de elementos que, aunque parecen inconexos, aportan una visión narrativa del momento concreto del nacimiento de la Virgen. A la izquierda, se puede apreciar la cama con Santa Ana, abatida, que está siendo velada por dos jóvenes a los pies de la cama. El tratamiento de esta zona es muy característico, ya que la perspectiva de la cama ha sido totalmente forzada en relación al resto de la escena, de tal manera que parece no ser parte de ella, sino más bien una evocación. En la zona derecha se puede ver a la figura de San Joaquín, apoyado en su bastón, contemplando a su bebé, y situado frente a un vano que permite ver un paisaje arquitectónico desarrollado en profundidad.
El tema de la Natividad de María fue frecuentemente representado en el arte, como parte de los ciclos de la Vida de la Virgen. Estas representaciones, tanto las medievales como las de épocas posteriores, son a menudo valiosos documentos que proporcionan información acerca de los interiores domésticos y las costumbres de su tiempo. El ciclo de la Vida de la Virgen se difundió durante la Edad Media, basándose su iconografía en los Evangelios y, sobre todo, en los apócrifos recogidos en la “Leyenda Dorada” de Santiago de la Vorágine. Ana y Joaquín, padres de María, llevaban muchos años de matrimonio sin concebir hijos. Para que su concepción fuera inmaculada, es decir, sin la lujuria propia del pecado original, se produjo al abrazarse los esposos en la Puerta Dorada de Jerusalén. Según el texto, de esta forma quedó embarazada Santa Ana y, nueve meses después, dio a luz a la Virgen María. El nacimiento de María se representa tradicionalmente, como aquí vemos, como una escena de género ambientada en un interior de la época. Ante la falta de detalles relativos al Nacimiento de la Virgen en la Biblia, el arte ha recurrido a los Evangelios Apócrifos para inspirarse. El Protoevangelio de Santiago aporta los nombres de sus padres (Joaquín y Ana) y cuenta que ella, estéril, se retiró a ayunar al desierto durante 40 días, donde se le apareció un ángel, que luego comunicó la noticia a su marido. Relatos similares aportan otros textos, como el Evangelio de la Natividad de María y el Evangelio Armenio de la Infancia.