Atribuido a BERNARDO BITTI (Camerino, Italia, 1548-Lima, 1610).
"Dolorosa".
Óleo sobre cobre.
Tiene marco del siglo XVII.
Medidas: 18 x 14 cm; 45,5 x 41,5 cm (marco).
Obra devocional que presenta el busto de la Virgen María en primer plano, plasmado a gran tamaño, ocupando la mayor parte de la superficie pictórica e incluso saliendo de ella. Se trata de una figura monumental, trabajada con gran delicadeza e iluminada directamente por una luz clara y uniforme, de raíces clásicas. María destaca sobre un fondo neutro, plano y oscuro. La Virgen aparece vestida con una túnica roja, alusiva a la Pasión de Cristo y a su propio dolor por la muerte de su Hijo, y un manto azul, habitual en la iconografía mariana como símbolo de verdad y eternidad. La figura muestra una posición dinámica, elegantemente retorcida, con el rostro inclinado hacia un lado y vuelto hacia abajo, hacia los fieles que rezan a sus pies, mostrándose como intercesora entre Dios y los hombres. Es una imagen de gran belleza, en la que destaca un rostro idealizado pero naturalista, con grandes y expresivos ojos hundidos, párpados caídos, nariz larga y elegante, y boca pequeña, fruncida en una sonrisa.
Formalmente, en esta obra se acerca a los preceptos estéticos del artista Bernardo Bitti, sacerdote jesuita y pintor. Introdujo el manierismo en Perú, adonde fue en misión tras estudiar en Roma. De camino a Perú, Bitti viajó por España, donde recibió la influencia de la pintura sevillana, especialmente la de Luis de Morales. Bitti llegó a Perú en 1575 y comenzó a pintar para iglesias, primero en Lima y, a partir de 1583, en Cuzco. Entre sus obras en Lima destacan La Coronación de la Virgen, típicamente manierista, y La Virgen de la Candelaria para la iglesia de San Pedro. La Inmaculada Concepción fue un tema recurrente en sus pinturas, una de las cuales se encuentra en el Monasterio de la Merced en Cusco. Además del manierismo, sus obras reflejan ideas de la Contrarreforma y la educación religiosa de los indígenas. Después de 1584, Bitti viajó por toda Sudamérica. Su estilo de vida nómada fue un testimonio de su popularidad entre los jesuitas, pero le impidió establecer un taller o tener aprendices. Sin embargo, su influencia en la región fue inmensa y el manierismo perduró en Sudamérica incluso cuando había caído en desgracia en Europa. Bitti es considerado el fundador de la escuela de pintura de Cuzco.