Atribuido a BERNARDO LORENTE GERMÁN (Sevilla, 1685 – 1757).
“Divina pastora”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 83 x 72 cm; 101 x 78 cm (marco).
La singular advocación de la Virgen María como Divina Pastora fue un género que nació en Andalucía a principios del siglo XVIII, y desde allí se difundió hacia otros países, siendo precisamente Bernardo Lorente Germán uno de sus más destacados exponentes. En Sevilla fue conocido "el pintor de las Pastoras" de tantas versiones como realizó y de tan buena fortuna alcanzaron. Aquí nos encontramos ante una representación arquetípica del tema. Es característico de este pintor tardo-barroco la conjugación de esta capacidad para trasladarnos al milagro a la par que una atención naturalista en la captación de detalles de la vegetación y en las expresiones casi humanas de los animales, de miradas sesgadas y conmovedoras, sabiéndose vulnerables.
Bernardo Lorente Germán inició su formación de la mano de su padre, también pintor, y a continuación estudió con Cristóbal López. Terminado su aprendizaje aventajó tanto a sus maestros y llegó a ser tan reconocido que, cuando viajó a Madrid, le fue encargado un retrato del infante Don Felipe. Dicha obra tuvo tan buena acogida que la reina Isabel de Farnesio le regaló como muestra de agradecimiento una serie de estampas del pintor francés Charles Le Brun. Se le propuso entonces ser pintor del rey pero Lorente rechazó el cargo por no querer ausentarse de Sevilla. Fue nombrado individuo de mérito por la Real Academia de San Fernando en 1756. Fue también el principal retratista de la aristocracia hispalense, con obras que evidencian el gusto francés imperante entonces, que conviven con otras claramente deudoras de Murillo, cuyas formas algodonosas y colores pastel, por otra parte bellísimos, acordaban a la perfección con el asunto del que Ceán Bermúdez hace creador a Lorente Germán, el de la Divina Pastora. Sus obras más conocidas se conservan en la cartuja de Jerez de la Frontera, y están repartidas por numerosas iglesias de Úbeda y Baeza, así como en la catedral de Jaén, en el Museo del Louvre en París y en el de Bellas Artes de Sevilla. También realizó bodegones y escenas de género, y llegó a ser un consumado maestro del género del trampantojo.