Seguidor RAFAEL DE SANZIO (Urbino, Italia, 1483 – Roma, 1520), c. 1600.
“Madonna del Passeggio", c. 1600.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 92 x 65 cm; 105 x 78 cm (marco).
Esta pintura hunde su estética en la icónica “Madonna del Passeggio” de Rafael de Sanzio, que data de 1516-1518 y actualmente forma parte de la Galería Nacional de Escocia en Edimburgo. La composición pretende aludir al encuentro fortuito, narrado en los evangelios apócrifos, de la Sagrada Familia durante su regreso de la huida a Egipto con el joven Juan Bautista, ya ermitaño en el desierto. De hecho, caminando por el campo, la Virgen de figura completa parece presentar a su hijo al Bautista, quien lo escudriña de cerca, en un intercambio afectuoso muy intenso; José vislumbra la escena mientras, con un bulto atado a un palo al hombro, camina detrás de un arbusto. El Bautista, como de costumbre, viste sólo piel de camello, sostiene una cruz que lo califica como Precursor y el pergamino con la inscripción "Ecce Agnus Dei". Como se puede observar la obra conserva la esencia de la original, enmarcando la escena en un brumoso paisaje, cuya estética recuerda en gran medida a la obra de Leonardo.
El tema de la Sagrada Familia, más reducido que el de la “Parentela de María” por incluir sólo a Jesús, la Virgen y San Juan o Santa Ana, es muy común en el arte cristiano, presentando también una serie de variantes. En el caso de María, Niño y San José, es un tema que aparece ya en germen en las Natividades de la Edad Media, pero no se desarrolla y populariza hasta el Renacimiento, difundiéndose en un grado mucho mayor en el Barroco gracias a la Contrarreforma. Hasta el siglo XVII fue frecuente que la figura de San José apareciera ligeramente “separada” de María y Jesús, haciendo alusión a su papel como padre putativo de Cristo. Ya desde el Renacimiento fue frecuente vincular la imagen del Niño Jesús con la del jovencísimo San Juanito, aludiendo visualmente a la posterior relación entre ambos (Bautismo, Precursor, etc.), pese a que, según los Evangelios, Cristo conoce a San Juan sólo cuando se ven en el Río Jordán, antes del Bautismo. Para añadir a San Juanito se toman textos de las Meditaciones de San Buenaventura, quien cuenta que, en Belén, después de la Huída a Egipto, la Sagrada Familia se detuvo en casa de Isabel, y los dos niños jugaron juntos, con San Juan mostrando ya un llamativo respeto por Jesús, como si pudiera atisbar el futuro y la verdadera identidad del Niño. Así, de esta fuente derivan las obras de Rafael Sanzio, Murillo, etc.