y volver al lote.
01 Oct 2024 16:51
FRANCISCO HERRERA, EL VIEJO (Sevilla, h. 1590-Madrid, h. 1654).
“El nacimiento de la Virgen”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado del siglo XIX.
Adjunta certificado expedido por Don Enrique Valdivieso.
Presenta restauraciones y desperfectos en el marco.
Posee inscripción en el bastidor: “De la Galería del Excmo. Sr. D. Manuel Josef Quintana”.
Medidas: 49 x 89 cm; 37,5 x 97 cm (marco).
Esta obra realizada hacia 1625-1630 fue concebida con la intención de formar parte de la ornamentación del Retablo de la Natividad, ubicado en el Convento de San José del Carmen “Las Teresas” de Sevilla. En concreto la pieza estaría destinada a la zona de la predela. Fue con la desamortización cuando la pintura fue separada del conjunto original y posteriormente comprada por el instructor de la reina Isabel II, Manuel José Quintana y Lorenzo (1772-1857). El nacimiento de María se representa tradicionalmente como aquí vemos, como una escena de género ambientada en un interior de la época. Ante la falta de detalles relativos al Nacimiento de la Virgen en la Biblia, el arte ha recurrido a los Evangelios Apócrifos para inspirarse. El Protoevangelio de Santiago aporta los nombres de sus padres (Joaquín y Ana), y cuenta que ella, estéril, se retiró a ayunar al desierto durante 40 días, y se le aparece un ángel, que a continuación comunica la noticia a su marido. Relatos similares aportan otros textos: Evangelio de la Natividad de María, Evangelio Armenio de la Infancia, etc.
Por su estética la obra presenta relación con la producción artística de Francisco Herrea, “El mozo” (Sevilla, 1627- Madrid, 1685), hijo de Francisco Herrera el viejo, “El mozo”, comenzó su formación artística bajo las directrices de su padre, aunque finalmente continuo sus estudios en Roma. En un primer momento se dedicó a la arquitectura, aunque pronto comenzó a trabajar la técnica del fresco. En 1656 regresó a Sevilla, y cuatro años más tarde, en 1660 junto a otros pintores como Murillo, Valdes Leál y Camprobín fundo la academia de dibujo de Sevilla, de la cual fue el subdirector. Un año más tarde se trasladó a Madrid donde trabajó en los Frescos de San Felipe el Real. Fue en este proyecto, con el cual llamo la atención de Felipe IV, quien le contrató para realizar la pintura de la cúpula de la capilla de Nuestra Señora de Atocha y además le nombró pintor de corte y superintendente de los edificios reales. Posteriormente con el nombramiento de Carlos II, siguió formando parte de la corte, y fue nombrado maestro de las obras reales. Su obra se caracteriza por la especialización en el género del bodegón, aunque también fue un apreciado retratista, sin llegar a alcanzar el éxito de su padre. Sin embargo, debido a sus dinámicas y coloristas, donde destaca un movimiento de pincel ligero y versátil, se convirtió en un maestro del barroco, fundamental en el desarrollo de la pintura madrileña en el último tercio del siglo XVII.