y volver al lote.
01 Oct 2024 17:07
Escuela sevillana; siglo XVII.
“Niño Jesús dormido”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta repintes y restauraciones en la superficie pictórica.
Posee marco del siglo XIX con desperfectos.
Medidas: 75 x 55 cm; 90,5 x 71 cm (marco).
En la presente obra vemos como Jesús Niño duerme apaciblemente. La prefiguración de la Muerte y la Pasión, cristalizaron en la representación del Niño durmiendo, ajeno a su destino. Tema de gran acogida en la estética barroca. Como modelo de perfección para todos los demás niños, el Niño Jesús se retrata perennemente como un ejemplo de santidad, virtud y amor. El lienzo sigue una tendencia habitual en las pinturas de la época sobre la infancia y su función de despertar fuertes sentimientos devocionales de acuerdo con las enseñanzas de Cristo sobre la fe inocente de los niños: “De cierto os digo que, si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. (Mateo 18: 3).
El siglo XVII supone en la escuela sevillana la llegada del barroco, con el triunfo del naturalismo frente al idealismo manierista, una factura suelta y otras muchas libertades estéticas. En este momento la escuela alcanza su mayor esplendor, tanto por la calidad de las obras como por el rango primordial de la pintura barroca hispalense. Así, durante la transición al barroco encontramos a Juan del Castillo, Antonio Mohedano y Francisco Herrera el Viejo, en cuyas obras se manifiesta ya la pincelada rápida y el crudo realismo del estilo, y Juan de Roelas, introductor del colorismo veneciano. A mediados de la centuria se produce la plenitud del periodo, con figuras como Zurbarán, un joven Alonso Cano y Velázquez. Finalmente, en el último tercio del siglo encontramos a Murillo y Valdés Leal, fundadores en 1660 de una Academia donde se formarán muchos de los pintores activos durante el primer cuarto del siglo XVIII, como es el caso de Meneses Osorio, Sebastián Gómez, Lucas Valdés y otros.