y volver al lote.
25 Sep 2024 16:58
Escuela flamenca; segundo tercio del siglo XVII.
“Apolo y Marsias”.
Óleo sobre tabla de roble.
Tabla reforzada en el centro.
Presenta leves repintes.
Medidas: 42 x 60,5 cm; 59 x 76 cm (marco).
Según el mito Marsias consiguió una flauta, cuando Atenea la desechó. Interesado en el instrumento el fauno se especializó de tal modo que fue aclamado por su gran virtuosismo. Esta fama generó un conflicto con Apolo, quien era considerado dios de las artes. Por dicho motivo ambos personajes compitieron; Marsias tocando la flauta y Apolo la lira. Teniendo como jueces al cortejo de ambos; los sátiros y las ninfas. Se cuenta que a pesar de la gran destreza de Marsias, Apolo toco su instrumento al derecho y al revés generando en ambos casos armonía, como Marsias no pudo conseguir dicho resultado con la flauta perdió ante Apolo.
Las figuras que componen la escena han sido concebidas siguiendo la estética propia del clasicismo, con una perspectiva muy marcada de corte humanista. La armonía propia del clasicismo se puede apreciar en las actitudes de los personajes. Esta armonía también se refleja en la paleta escogida por el pintor. Durante el siglo XVII habrá muchos pintores continuadores del estilo de los primitivos flamencos, pero otros se mostrarán tan abiertos a las influencias renacentistas que incluso dejarán de pintar sobre tabla. Este tipo de composiciones fueron frecuentes en la escuela flamenca de finales del siglo XVI y el siglo XVII, estando especialmente representadas por Gillis van Coninxloo (1544-1607) y su seguidor Jan Brueghel el Viejo (1568-1625). Ya en pleno siglo XVII encontramos autores como Jasper van der Lanen, que desarrollan narraciones de tema sagrado en exuberantes paisajes de tintes fantásticos, casi mágicos. Se trata de paisajes boscosos minuciosamente representados, que se convierten en auténtico tema principal de las pinturas, como ocurre en estos dos ejemplos. Van der Lanen desarrolló un estilo centrado por tanto en la representación del paisaje, ubicando siempre las escenas religiosas o mitológicas en los primeros términos. En estos cuadros, además, se advierte una cierta intención narrativa que acerca las imágenes a la pintura de género.