Escuela española; siglo XVII.
“Felipe IV”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Medidas: 64 x 48,5 cm; 89 x 74 cm (marco).
La imagen representada por el artista sigue los modelos del último retrato que Velázquez realizó de Felipe IV, pintado entre 1653 y 1657, que se conserva actualmente en el Museo del Prado. En esta obra, a pesar de que Velázquez retrata al monarca con respeto y dignidad, se evidencian en el rostro las huellas del cansancio, el paso del tiempo y las múltiples preocupaciones que acosaban al rey en esos años. Se trata de una obra muy diferente a sus anteriores retratos: un busto sencillo, con traje oscuro, un retrato informal e íntimo que refleja un decaimiento físico y moral del cual el propio Felipe IV era plenamente consciente. De hecho, habían pasado nueve años desde la última vez que había sido retratado, y él mismo comentó en 1653: “No me inclino a pasar por la flema de Velázquez, como por no verme ir envejeciendo”. En este retrato se muestra como el artista ha intentado captar la auténtica personalidad del monarca, sin halagarle ni buscar su aprobación incluso en los momentos difíciles. La atención se centra en el rostro, que nos muestra a un hombre mayor, a pesar de contar con unos cincuenta años de edad, avejentado por los problemas y sin ningún atributo de su realeza excepto el toisón de oro que pende de su pecho.
En el siglo XVII eran frecuentes las copias de retratos reales, encargadas para ser ubicadas en palacios de aristócratas y prelados de importancia. Sin embargo, se escogían frecuentemente las imágenes triunfales del monarca, generalmente captadas durante su juventud, por lo que es raro que este retrato tardío de Felipe IV fuera copiado por encargo de un comitente de provincias que deseaba honrar a su rey. Se trataría por tanto de una copia realizada en Madrid por algún seguidor de Velázquez, pintada a fin de estudiar tanto las características formales de una obra de madurez del maestro como la caracterización psicológica del personaje. De hecho, se conserva en la National Gallery de Londres un retrato similar de Felipe IV, también ejecutado por Velázquez, que debió ser un boceto para el retrato del rey en “Las Meninas”. Se diferencia del retrato anterior porque en el de Londres el rey no luce la cadena con el Toisón de Oro.