Atribuido a GIOVANNI PAOLO PANINI (Piacenza, Emilia-Romaña, 1691 - Roma, 1765).
“San pablo en el areópago de Atenas”.
Óleo sobre lienzo.
Posee marco italiano del siglo XVIII.
Procedencia: Infante Sebastián Gabriel de Borbón.
Medidas: 48 x 72 cm; 65 x 89 cm (marco).
La composición de esta escena sigue un patrón triangular de carácter clásico. Lo que permite una fácil lectura de la temática representada. Cabe destacar el tratamiento del color, con una paleta de colores brillantes y saturados que aporta expresividad a la obra, armonizando así con la temática representada y que fue característica común en la escuela española manierista.
San Pablo era un judío helenizado de la Diáspora, nacido en Tarso. Era por lo tanto judío por su origen étnico, griego por su cultura y romano por su nacionalidad. Recibió el nombre de Saulo, que cambió por Pablo tras su conversión. Nacido a principios del siglo I, estudió en Jerusalén con el rabino Gamaliel, quien se habría destacado por su odio hacia los cristianos. Un día, cuando hacia el año 35 iba desde Jerusalén a Damasco, fue deslumbrado por un rayo, cayendo de su caballo. Entonces escuchó la voz de Jesús que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. A raíz de esta experiencia el santo pasó bruscamente de perseguidor a celador del cristianismo. Tras curar la ceguera a un cristiano de Damasco inició su vida de misionero, hasta llegar a Jerusalén donde entró en contacto con Pedro y los demás apóstoles. En la Edad Media numerosas corporaciones fueron puestas bajo su patronazgo, debido a distintos aspectos de su iconografía, vida y milagros. No obstante, san Pablo no fue nunca un santo popular, lo que prueba la relativa pobreza de su iconografía. De hecho, el papel que ocupa en el arte no guarda proporción con su importancia en la difusión del cristianismo. En el arte cristiano primitivo sólo tiene como atributos un libro o un rollo, y en el siglo XIII aparece su emblema, la espada que fue instrumento de su martirio.