Escuela española; siglo XVII.
“San Juan Bautista”.
Óleo sobre lienzo.
Conserva tela original.
Antigua atribución a Juan Bautista Maino (Pastrana, Guadalajara, 1581 - Madrid, 1649).
Medidas: 102 x 77 cm; 187 x 135 cm (marco).
En esta obra, profundamente marcada por la devoción, el pintor retrata a san Juan Bautista como un joven imberbe, sosteniendo la cruz de cañas con la filacteria donde se lee “Ecce Agnus Dei”, propia de su iconografía. El santo se muestra inscrito en un frondoso paisaje nocturno de gran profundidad, trabajado con un acertado juego de contrastes lumínicos, que dan pie a que el acabado nacarado de la piel del protagonista, se convierta en la iluminación de la obra. Esta característica nos muestra a un joven delicado, no solo en el tono sino también en sus formas, con una anatomía redondeada y delicada como se aprecia especialmente en las piernas y también en los rasgos faciales, destacando el perfil de nariz, que además queda potenciado con un acabado rosado que realza la idea de juventud. El pintor de la obra, que se fundamenta en la iconografía clásica de la escena, aunque abandona la idea del cordero, que suele ser habitual en las representaciones de San Juan Bautista. De tal manera que aporta un mayor protagonismo a la figura del Santo, de un modo individual, delicado y rotundo. La calidad de los acabados es excelsa, la sutileza de Nimbo de santidad o el plegado del manto rojo, con ese juego de luces y sombras que configuran el volumen de un modo fluido y natural son ejemplo de la destreza artística del pintor.
Los evangelios dicen de Juan el Bautista que fue hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, prima de la Virgen María. Se retiró muy joven al desierto de Judea para llevar una vida ascética y predicar la penitencia, y reconoció en Jesús, que se hizo bautizar por él, al Mesías anunciado por los profetas. Un año después del bautismo de Cristo, en el año 29, Juan fue arrestado y encarcelado por el tetrarca de Galilea Herodes Antipas, cuyo matrimonio con Herodías, su sobrina y cuñada, se había atrevido a censurar. Finalmente san Juan fue decapitado, y su cabeza entregada a Salomé como premio por sus hermosas danzas. Este santo aparece en el arte cristiano con dos aspectos diferentes: como niño, compañero de juegos de Jesús, y como adulto, predicador ascético. El san Juan adulto que aquí vemos aparece vestido en el arte oriental con un sayo de piel de camello, que en occidente se reemplazó con una piel de oveja que le deja los brazos, las piernas y una parte del torso desnudos. El manto rojo que lleva a veces, así como en la escena de su intercesión en el Juicio Final, alude a su martirio. En el arte bizantino se le representa como un ángel de grandes alas, con su cabeza cortada en una bandeja que sostiene en sus manos. Sin embargo, sus atributos en el arte occidental son muy diferentes. El más frecuente es un cordero, que alude a Jesucristo, y con frecuencia porta una cruz de cañas con una filacteria con la inscripción “Ecce Agnus Dei”.