MARTÍN CHIRINO LÓPEZ (Las Palmas de Gran Canaria, 1925-2019).
“El solano”, 2007.
Grabado carborundum y fotograbado sobre papel Eskulan, ejemplar 41/100.
Firmado y justificado a mano.
Medidas: 69 x 49 cm.
Aproximadamente desde 1959, poco después de su integración en “El Paso”, Martín Chirino comenzó a realizar piezas que eluden un espacio abarcado y ganan en dinamismo, evocando gestos materializados. En este contexto encontramos sus primeras aproximaciones al tema del viento, que el escultor abordará a menudo a lo largo de las siguientes dos décadas, y que de hecho se erige en uno de los temas fundamentales de su obra. Chirino esculpe el viento en una espiral que apunta al infinito, un elemento que el propio artista asocia a un signo atlántico a la par que mediterráneo, el cual emula la naturaleza de las Islas Canarias, su lugar de origen. Así, Chirino trabaja la espiral debido a su carácter inagotable, afirmando "No sabes dónde empieza y dónde acaba" "Una espiral rota en sí misma es un misterio. Tiene algo de hipótesis y de realidad. Sucede con ella como con los sueños, que lo que queda cuando despiertas no es lo que sentiste, sino su rumor".
El escultor Martín Chirino desarrolló su formación en la Escuela de San Fernando de Madrid y en la School of Fine Arts de Londres. Después de una primera serie escultórica “Reinas Negras”, y de muestras como la colectiva del Museo Canario, Chirino se instala en Madrid en 1955, acompañado por sus amigos Manolo Millares, Elvireta Escobio, Manuel Padrono y Alejandro Reino. Pasa además un mes en Londres, donde conoce de primera mano las esculturas sumerias y egipcias del British Museum. Tan sólo un año más tarde, en 1956, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid adquiere dos obras suyas. Celebra entonces su primera exposición individual, en el Ateneo de Madrid, a raíz de la cual pasará a formar parte del recién fundado grupo El Paso. Su reconocimiento irá creciendo, y tan sólo dos años más tarde se le dedica una sala especial en el pabellón español de la Bienal de São Paulo. En 1960 participa en una colectiva celebrada en el MOMA de Nueva York, donde presenta cuatro piezas, una de las cuales está protagonizada ya por la espiral, el tema más recurrente de su obra desde estos años. La galerista Grace Borgenicht, impresionada por estas cuatro piezas, realiza un viaje a Madrid para contratar a Chirino en exclusiva para los Estados Unidos, contrato que permaneció vigente hasta la muerte de Borgenicht en 1994. Desde su participación en la colectiva del MOMA, y tras disolverse El Paso en 1960, Chirino desarrolló su carrera en solitario y mostró su obra en todo el mundo, una producción abstracta caracterizada por la carencia de elementos narrativos y por la riqueza formal y simbólica. Actualmente está representado en museos de todo el mundo, entre ellos el Guggenheim de Nueva York, el MACBA de Barcelona, la Fundación Juan March, la Smithsonian Institution de Washington, el Museo de Bellas Artes de Caracas, etc.