y volver al lote.
29 Oct 2024 15:48
Mortero sevillano de finales del siglo XVIII.
Bronce.
Firmado, datado y localizado.
Medidas: 25 x 36 cm.
Mortero en bronce realizado en Sevilla en 1787, con una inscripción bajo la boca que nos indica la fecha exacta, la ciudad e incluso el apellido del artesano que lo fabricó: “RODRIGUES FECIT EN SEVILLA 1787”. Esta inscripción está destacada en relieve, obtenida a molde utilizando matrices individuales para las letras.
En los antiguos recetarios aparece gran cantidad de recetas basadas en el uso del mortero, utensilio que si bien hoy día apenas se utiliza, antaño era tan variado en su uso que toda cocina contaba con una gran variedad de ellos, desde los mayores donde majar carnes y hortalizas hasta los menores para moler especias. Ya en la Antigüedad existían morteros de gran tamaño, elaborados en bronce para triturar y mezclar el mármol o la cal, que se empleaban para fabricar los conglomerantes de construcción o los revocos, como el estuco. El poeta romano Juvenal lo nombró en artículos para la preparación de drogas, reflejando el uso temprano de este instrumento en las boticas. La antigüedad de los morteros se encuentra asimismo muy bien documentada en algunas obras de la literatura antigua, como el Papiro Ebers egipcio, que data del 1550 a.C. y que se considera uno de los documentos más antiguos de la medicina en el Antiguo Egipto. También aparece mencionado en el Antiguo Testamento. Los buenos morteros deben ser pesados o de materiales resistentes, para soportar los golpes prolongados y poder así reducir a polvo las sustancias. El mortero no puede ser frágil ya que se rompería durante la operación de pulverizado. El material debe ser también cohesivo para que no se desgaste su superficie y se mezcle con los ingredientes.