Pila bautismal modernista con dragón. Cataluña, ca. 1900.
Hierro forjado.
Medidas: 161 x 56 cm.
Esta singular pila bautismal se distingue por su tipología, dotada de gran expresividad escultórica, próxima a creaciones de grandes maestros modernistas como Antoni Gaudi o Josep Maria Jujol. La pieza muestra una personal reinterpretación del gótico empleando dragones, recurso del que se sirvieron artistas como Jujol y Gaudí en numerosos objetos (lámparas, candeleros...) que también realizaron en hierro forjado. La base se abre en cruz con láminas onduladas y volutas que confluyen en el vástago. Éste crece como una formación orgánica a modo de sogueados y trenzados. Sobre la pila bautismal desprovista de iconografía cristiana, se basa en un plato martillée en metal dorado. De hecho, la pieza puede usarse también mesa auxiliar. Domina el cuerpo superior un dragón de expresivas fauces abiertas entre las que asoma una lengua amenazadora. Las alas desplegadas con perfiles recortados recuerdan hojas polilobuladas.
El dragón es un símbolo antiguo, relacionado con Cataluña a través de la historia de Sant Jordi, su patrón, pero que a la vez hunde sus raíces directamente en la mitología griega, en la figura del agatodemon. Los griegos lo concebían como un daimon benéfico que acompañaba durante toda la vida a las personas, manifestándose cuando era necesario. Como espíritu acompañante personal era similar al genio romano, y como él garantizaba buena suerte, salud y sabiduría. En el cristianismo tendría su eco en el Ángel de la Guarda, si bien aparece mencionado en el Libro Negro, donde se enumeran todos los demonios y jerarquías del infierno. No obstante, se trata de un genio bueno, un espíritu benévolo que, con fiereza, defiende el hogar de los malos espíritus. Originalmente, en Grecia el agatodemon se representaba en forma de serpiente o bien como un hombre joven acompañado por una cornucopia, un tazón, una amapola y espigas de trigo. Con el paso del tiempo prevalecerá su representación como serpiente alada o dragón.