Escuela belga; c. 1930.
“Escena africana”.
Relieve en bronce patinado y ónix.
Medidas: 34 x 70,5 x 12,5 cm.
Relieve en el que se representa una escena de caza donde tres personajes sostienen a un ciervo. La obra se inscribe dentro de la corriente del orientalismo y el gusto por la temática inspirada en África tan en boga durante el siglo XIX y principios del siglo XIX. Aunque el naturalismo y veracidad de estas pequeñas esculturas indican que se trata de la segunda etapa, cuando los artistas viajaron a Oriente Próximo en busca de esa realidad inventada y descubrieron un país diferente y nuevo, que sobresalía con sus peculiaridades por encima de los tópicos y los prejuicios de los europeos. Así, esta nueva escuela orientalista deja atrás las bellas odaliscas, los harenes y los mercados de esclavas para pintar nada más que lo que ellos ven, en toda su dimensión cotidiana.
Bélgica desempeñó un papel significativo en África, especialmente a través de su dominio sobre el Congo desde finales del siglo XIX. Esta presencia influyó profundamente en la historia y el arte belga, dando lugar a un diálogo complejo entre ambas culturas.
El arte belga absorbió influencias africanas, reflejadas en la incorporación de motivos exóticos, máscaras y esculturas en las obras de artistas modernistas y surrealistas. Figuras como Paul Delvaux o los expresionistas flamencos reinterpretaron formas y estéticas africanas dentro de sus creaciones. Al mismo tiempo, la llegada de artefactos y esculturas congoleñas inspiró movimientos de vanguardia, impulsando nuevas exploraciones en la abstracción y la expresividad.