Atribuido a JUAN DE MESA Y VELASCO (Córdoba, 1583-Sevilla,1627).
“Niño Jesús como Salvator Mundi”.
Madera tallada y policromada.
Medidas: 79 x 32 x 28 cm.
Esta escultura de madera tallada y policromada representa al Niño Jesús en una pose delicada y elegante, de pie sobre un cojín dorado ricamente decorado, con elementos ornamentales barrocos que incluyen borlas y volutas. El rostro del niño transmite una expresión tierna y reflexiva, característica de la sensibilidad propia de las obras religiosas de la España barroca. En su mano izquierda sostiene un orbe dorado, símbolo de su realeza y dominio sobre el mundo, mientras que con la derecha parece hacer un gesto de bendición o señalización. Sobre su cabeza se encuentran rayos dorados que sugieren su divinidad.
La atribución al escultor Juan de Mesa, uno de los grandes maestros del barroco sevillano, resulta coherente con la delicadeza y el detallismo presentes en la escultura. Obras como el Cristo del Amor (1620) o el Cristo de la Buena Muerte demuestran su capacidad para captar la dimensión emocional y espiritual de los temas religiosos. En estas piezas, aunque la temática sea diferente, se percibe una búsqueda similar de naturalismo y profundidad expresiva. Aunque sus imágenes más conocidas suelen ser crucificados, esta representación del Niño Jesús comparte la misma maestría técnica en la policromía y la anatomía, así como un enfoque en los detalles que aportan humanidad y cercanía a lo divino. El entorno sevillano, el siglo XVI y principios del siglo XVII fue una época de enorme auge económico y, por tanto, también artístico, y fue en 1606 cuando fijó su residencia en esta ciudad Juan de Mesa e ingresó en el taller del entonces ya afamado escultor Juan Martínez Montañés, con el cual firmó un contrato de aprendizaje de cuatro años. En 1615 disponía de taller propio en la colación de San Martín. La obra documentada de Juan de Mesa como escultor independiente se inició también en 1615 con la escultura de San José con el Niño, obra concertada con fray Alonso de la Concepción. El trabajo de Juan de Mesa parece dedicado casi en exclusividad a las imágenes que procesionan en Semana Santa. El realismo de su obra responde a un proceso en el que hizo estudios y observaciones de figuras humanas reales vivas y muertas, que le permitieron aprender a plasmar estas anatomías en sus obras de forma realista, con una sensibilidad que le acerca a la imaginería castellana, más dada al dramatismo. Por ello muchas de sus esculturas fueron atribuidas a su maestro, Martínez Montañés.
Juan de Mesa fue un artista crucial en el desarrollo del barroco escultórico andaluz, llevando el dramatismo y la expresividad a un nivel superior. Su trabajo influyó profundamente en los escultores contemporáneos y posteriores, y sus piezas siguen siendo referentes del arte sacro. Esta obra atribuida refleja no solo la calidad técnica del artista, sino también su capacidad para comunicar conceptos teológicos complejos a través de imágenes cargadas de emoción y simbolismo.