Escuela castellana; siglo XVI.
“Virgen con el Niño”.
Madera tallada, policromada y dorada.
Presenta faltas en la talla, la policromía y repintes.
Peana unida a la escultura.
Medidas: 55 x 22 x 18 cm (escultura); 7 x 23,5 x 23,5 cm (peana).
María se yergue, en pie, sobre un pedestal, sosteniendo con ambos brazos al Niño Jesús. María viste una túnica larga y manto cuya disposición genera un interesante juego de pliegues, que añade volumen y dinamismo a la figura. El Niño, por su parte, es una figura infantil notablemente naturalista, de rasgos delicados y suaves, con mejillas redondeadas y una gestualidad espontánea. Jesús porta una esfera dorada que representa al mundo. Es un Niño Triunfante, Salvador del Mundo, y simboliza la idea de Jesús hombre y salvador, señor de toda la Tierra, a la que redime con su muerte y resurrección. Se trata de una iconografía que conjunta el poder y la gracia divinas con la inocencia feliz y la humilde condición de Dios encarnado. La presencia de la Virgen trasmite el vínculo entre Jesús y su madre el que permite que María actúe como intermediaria, como abogada del género humano ante Cristo en el momento del Juicio Final.
España es, a comienzos del siglo XVI, la nación europea mejor preparada para recibir los nuevos conceptos humanistas de vida y arte por sus condiciones espirituales, políticas y económicas, aunque desde el punto de vista de las formas plásticas, su adaptación de las implantadas por Italia fue más lenta por la necesidad de aprender las nuevas técnicas y de cambiar el gusto de la clientela. La escultura refleja quizás mejor que otros campos artísticos este afán de vuelta al mundo clásico grecorromano que exalta en sus desnudos la individualidad del hombre creando un nuevo estilo cuya vitalidad sobrepasa la mera copia.