Maestro Andaluz; c. 1700.
“Niño Jesús como Salvator Mundi”.
Plomo policromado.
Presenta faltas.
Medidas: 53 x 17 x 16 cm.
Escultura devocional realizada en plomo policromado que muestra a Cristo Niño como “Salvator Mundi”, una iconografía que representa el concepto cristológico de Jesucristo como salvador universal, en relación a su papel como juez en el Juicio Final y a su carácter de Redentor. Se caracteriza por presentar a Cristo alzando la mano derecha en señal de bendición, mientras apoya con la izquierda un orbe que simboliza el universo, haciendo hincapié en el carácter universal de la doctrina cristiana y del acto redentor de Cristo. El modelo por el que opta aquí el escultor es un Cristo Niño que presenta una carnaciones blandas a pesar del material, las suaves facciones y los tonos aterciopelados, alejándose de modelos hieráticos que se asociaban con la iconografía del Salvator Mundi, resuelven esta pieza que alega al idealismo en el modo de resolver el cándido semblante.
Perdida desde el fin de la Antigüedad Clásica, la técnica de los moldes por piezas se consiguió recuperar gracias a los avances técnicos del Renacimiento relativos a la fundición de metales, con ella se podían obtener con cierta facilidad, a partir de un modelo original en madera, barro, yeso u otro material, réplicas con un acabado de alta calidad, aunque necesitadas de los últimos retoques del maestro. El uso del bronce y, fundamentalmente, de aleaciones de más bajo punto de fusión como el peltre, mezcla de plomo con partes de estaño y antimonio, el menor coste del material y su labra así como el acceso a una demanda de escultura de pequeño formato y carácter devoto, hizo que Sevilla se convirtiera, desde finales del siglo XVI, en el principal proveedor en el ámbito hispano de este tipo de imágenes vaciadas en metal, que, con su acabado policromo, competían ventajosamente con las de madera.
Así lo certifica Pacheco en su tratado del Arte de la Pintura (1649) cuando habla de la demasía de cosas vaciadas, particularmente de Crucifixos y de Niños en su tiempo o la existencia en Sevilla de artistas especializados como Diego de Oliver, quien se declara en 1619 maestro vaciador de figuras de relieve y en 1629 específicamente de niños de plomo.