ANTONIA EIRIZ (Cuba,1929–1995)
“Yo, del otro lado del caballete”, ca.1970's.
Instalación con tela sobre tabla, madera y rejilla de mimbre.
Adjunta certificado emitido por Pablo A. Vidal Eiriz, hijo de la artista.
Medidas: 65 x 19 x 31 cm. aprox.
Singular autorretrato sugerido por una tabla pintada con siluetas sutiles sobre negro colocada sobre un caballete que aloja también una rejilla de mimbre. A través de esta instalación la artista cubana parece reflexionar sobre el papel del artista, dando pleno sentido a la materialidad de los objetos, lo que fue usual en sus planteamientos, como también lo fue la presencia de "vigilantes", que en este caso asoman a modo de espectros en la oscura superficie pictórica. La expresividad plástica alcanza en su obra dimensiones políticas y en este caso podría estar hablando de la sensación de miedo y de la falta de libertad en el contexto creativo en la que fue realizada.
Antonia Eiriz fue una influyente pintora cubana cuya obra, conocida por sus cualidades expresionistas, se expuso en toda América Latina a lo largo de su vida. Comenzó sus estudios de Bellas Artes en la Escuela Nacional de Bellas Artes "San Alejandro" en 1953. Allí expuso con artistas que se conocerían como Los Once, uno de los cuales, Guido Llinás, se convertiría en su amigo y mentor. También colaboró con ilustraciones en la revista Lunes, dirigida por Guillermo Cabrera Infante, que era un suplemento del periódico Revolución. Eiriz se graduó de San Alejandro en 1957. Eiriz continuó siendo una fuerza activa e influyente en las artes tras la Revolución Cubana de 1959. En 1964 realizó tres exposiciones individuales (dos en Cuba y una en México), en las que se posicionaría como "una de las voces más fuertes en el panorama artístico de Cuba". Ese mismo año presentaría una de sus obras más conocidas, La Anunciación. La carrera de Eiriz dio un giro brusco a finales de la década cuando su obra Una tribuna para la paz democrática, de 1968, fue considerada "derrotista" por el gobierno cubano, lo que la marcó como disidente. Ese año dejó de pintar y se retiró de muchos círculos artísticos, dedicando su vida y su talento en gran parte a la artesanía cubana, así como a enseñar y asesorar a artistas emergentes de forma privada. En 1993, Eiriz obtuvo permiso del gobierno cubano para trasladarse a Estados Unidos. Al llegar a Estados Unidos, volvió a pintar y vivió los dos últimos años de su vida en Miami, Florida.