Escuela española; siglo XVIII.
“Santa teresa”.
Madera tallada y policromada.
Con ojos de pasta vítrea.
Medidas: 32 x 14 x 13 cm.
Santa Teresa de Ávila (Ávila, 1515 – Alba de Tormes, 1582) fue una religiosa, doctora de la Iglesia Católica, mística y escritora española. Junto a San Juan de la Cruz introdujo la gran reforma carmelitana, y sus escritos son un modelo en los caminos de la plegaria y la perfección. Santa Teresa es, sin duda, una de las mujeres más grandes y admirables de la historia. A los siete años ya sentía una gran predilección por la lectura de las vidas de santos. Su hermano Rodrigo era casi de su misma edad, por lo que acostumbraban a jugar juntos. Los dos niños, impresionados por el pensamiento de la eternidad, admiraban las victorias de los santos al conquistar la gloria eterna, por lo que resolvieron partir al país de los moros con la esperanza de morir por la fe y convertirse así en mártires. Partieron así de su casa, pero en el camino fueron recogidos por uno de sus tíos, quien les devolvió a su madre. En vista del fracaso de sus proyectos, Teresa y Rodrigo decidieron vivir como ermitaños en su propia casa y empezaron a construir una celda en el jardín, aunque nunca llegaron a terminarla. Teresa amaba desde entonces la soledad. En su habitación tenía un cuadro que representaba al Salvador que hablaba con la Samaritana y solía repetir frente a esa imagen: "Señor, dame de beber para que no vuelva a tener sed". Durante su adolescencia, Teresa cayó enferma, y durante su convalecencia decidió dedicarse por completo a la vida religiosa. Ingresó en el convento de la Encarnación de Ávila con dieciocho años y, tras el empeoramiento de su salud, fue curada según ella por San José. Tres años después, según narra en sus escritos, se le apareció Jesucristo en el locutorio con semblante airado, reprendiéndole por su trato familiar con los seglares, el cual había causado que descuidara la oración. En 1558 tuvo su primer rapto y la visión del infierno, y desde entonces disfrutó de grandes favores celestiales como la visión de Jesús resucitado. Todas estas experiencias místicas se vieron reflejadas en su poesía lírico-religiosa.