Escuela española; siglo XVIII.
“San Sebastián”.
Madera tallada y policromada.
Presenta faltas y base de época posterior.
Medidas: 81 x 46 x 20 cm.
Talla trabajada en bulto redondo, perteneciente al Renacimiento temprano. El martirio de San Sebastián fue uno de los más representados durante el Renacimiento, dado que permitía a los artistas estudiar la anatomía de un cuerpo joven y desnudo. La escultura que nos ocupa presenta los elementos que más interesan en el periodo: el torneado preciso de los miembros, la belleza anatómica, la musculatura flexible y la serenidad de un rostro que permanece ajeno al sufrimiento. Más bien es melancolía lo que transmite el semblante. La talla es de calidad, lo que se aprecia en cada detalle: los mechos acaracolados, los sensuales drapeados del paño, el ligero movimiento de una pierna y el torneado de la rodilla.
Nacido en las Galias y criado en Milán, Sebastián fue centurión de la primera cohorte en los tiempos del emperador Diocleciano (finales del siglo III – principios del IV). Denunciado porque exhortó a sus amigos Marcos y Marcelino a permanecer firmes en su fe, por orden del emperador fue atado a un poste en el centro del campo de Marte, y sirvió de diana viva a los arqueros que lo asaetearon. Pero no murió por ello. La viuda Irene, que quería levantar su cuerpo para darle sepultura, advirtió que aún respiraba, vendó sus heridas y le salvó la vida. Después de su curación reapareció ante Diocleciano para reprocharle su crueldad ante los cristianos. Entonces fue flagelado, se le dio muerte a palos en el circo y su cadáver fue arrojado a la cloaca Máxima.