Escuela francesa; segunda mitad del siglo XIX.
“Musas”.
Bronce y mármol.
Medidas: 55 x 17 x 17 cm (x2).
Pareja de esculturas en bronce que se asientan sobre una base de mármol. Ambas representan a una dama, ataviadas a la manera clásica y portando un instrumento musical que destaca por el acabado dorado. La estatuaria en bronce alcanzó una relevancia notable en la Francia del siglo XIX, un periodo marcado por cambios sociales, políticos y culturales significativos. Este auge se puede atribuir a una combinación de factores, incluyendo el renacimiento del interés por la Antigüedad clásica, la búsqueda de la identidad nacional y los avances en la técnica de fundición del bronce. Durante este tiempo, el neoclasicismo se consolidó como un movimiento artístico predominante, promoviendo la imitación de los modelos de la Antigüedad griega y romana. Este resurgimiento se vio impulsado por las excavaciones arqueológicas en lugares como Pompeya y Herculano, que revelaron la belleza y el refinamiento de las obras clásicas. Los artistas franceses, influenciados por estas obras, comenzaron a crear esculturas en bronce que reflejaban la estética y los valores de la época clásica. Este regreso a lo clásico no solo era una búsqueda de belleza formal, sino también una aspiración a los ideales de virtud, heroísmo y sabiduría que caracterizaban a las civilizaciones antiguas.
En este contexto, las musas se convirtieron en figuras emblemáticas de la inspiración artística y la creatividad. En la mitología griega, las musas eran las deidades que presidían las artes y las ciencias, y su representación en estatuaria reflejaba el deseo de los artistas de conectar su trabajo con fuentes divinas de inspiración. Las esculturas en bronce de musas no solo eran decorativas, sino que simbolizaban un profundo respeto por la tradición cultural y un deseo de trascender la mera imitación.
Además, la industrialización y el desarrollo de nuevas técnicas de fundición durante el siglo XIX facilitaron la producción de estatuas en bronce. Esto permitió a los escultores experimentar con diferentes formas y tamaños, lo que contribuyó a la popularización de estas obras en espacios públicos, parques y jardines. Las esculturas en bronce comenzaron a adornar no solo los museos, sino también los espacios urbanos y privados convirtiéndose en símbolos de la cultura y el conocimiento en la sociedad francesa.