Escultura Belle Époque de principios del siglo XX.
“El verano”.
Mármol de Carrara.
Medidas: 185 x 55 x 40 cm; 80 x 60 x 60 cm (peana).
El verano se ha transfigurado en esta escultura Belle Époque en una imagen femenina cuya belleza parece haber sido sustraída del curso de los acontecimientos. Su pulso eterno, sin embargo, convive con el arraigo a un lugar y a un tiempo. La joven, que sostiene atajos de espigas de trigo, puede ser identificada con Ceres, diosa de la agricultura en la mitología clásica. El esbelto canon, ágil y sensual (la joven muestra los pechos al descubierto), sigue los ideales de belleza de la Antigüedad. Asimismo, el tallista reinterpreta con destreza la técnica de los paños mojados, de modo que la fina tela se adhiere al cuerpo modelándolo al tiempo que se drapea con naturalidad allí donde los miembros se pliegan en gráciles gestos.
La representación de figuras alegóricas de las 4 estaciones tuvo su origen en los talleres de mármol de Carrara, una iconografía que alcanzó su cúspide durante el neoclaciscismo. Entre los asuntos recurrentes producidos por los talleres carrarenses, se encuentran series de figuras alegóricas, reiteradas a partir de modelos definidos: “las partes del mundo”, denominación habitual para la representación de los continentes y “las estaciones”. Totalmente individualizadas, las figuras eran concebidas para su colocación en balaustradas, patios o nichos ornamentales.