Relicario. España, siglo XVIII.
Madera y estaño.
Medidas: 30 x 14 x 8 cm.
La realización de este tipo de objetos religiosos, concebidos para albergar las reliquias de los santos, fue habitual desde el periodo gótico, destacaron tanto las cruces, como las denominadas “testas”, las cuales, en la documentación coetánea a su realización, eran muy populares. A pesar de que muchas de ellas adoptaban formas muy diversas, todas poseían la misma finalidad devocional, que en ocasiones traspasaba el fanatismo. Es preciso recordar, sin embargo, que entonces se consideraba como reliquia sagrada a prácticamente cualquier elemento que hubiera estado en contacto con el santo o con sus restos mortales (paños, tierra de la sepultura, etc.), lo cual desencadenó todo un mercado en torno a este tipo de objetos. Los mejores ejemplos se realizaron en metales preciosos, pero ejemplares en otros materiales también fueron muy valorados, por el continente y, sobre todo, por el contenido.
Madera y estaño.
Medidas: 30 x 14 x 8 cm.
La realización de este tipo de objetos religiosos, concebidos para albergar las reliquias de los santos, fue habitual desde el periodo gótico, destacaron tanto las cruces, como las denominadas “testas”, las cuales, en la documentación coetánea a su realización, eran muy populares. A pesar de que muchas de ellas adoptaban formas muy diversas, todas poseían la misma finalidad devocional, que en ocasiones traspasaba el fanatismo. Es preciso recordar, sin embargo, que entonces se consideraba como reliquia sagrada a prácticamente cualquier elemento que hubiera estado en contacto con el santo o con sus restos mortales (paños, tierra de la sepultura, etc.), lo cual desencadenó todo un mercado en torno a este tipo de objetos. Los mejores ejemplos se realizaron en metales preciosos, pero ejemplares en otros materiales también fueron muy valorados, por el continente y, sobre todo, por el contenido.