Escuela española; siglo XIX.
“La Sagrada Familia”.
Madera, tejido y cristal
Medidas: 39 cm (Virgen); 22 cm (San José), 20 cm (Niño); 53 x 39 x 23 cm (fanal).
Conjunto escultórico en el que se representa a la Sagrada Familia inscrita en un frondoso follaje. La Virgen descansa sentada mientras observa a su hijo que se dispone sobre un promontorio del paisaje, de tal modo que su figura además de situarse en el centro queda ligeramente elevada. Completa la composición la imagen de San José situada en último término como suele ser habitual. Todas las escultura modeladas en terracota presentan una viva policromía que armoniza con la calidad de los ropajes de cada uno de ellos, que al ser tela aportan veracidad a la escena además de dinamismo y movimiento. La representación y modelo de la Sagrada Familia ha servido como imagen que refuerza la retratística familiar y la representación moral de la familia cristiana. Las diferentes variantes que nos han llegado de la historia del arte han sido debidas a las necesidades políticas y religiosas del momento. En la época renacentista italiana para el arte, pero tardo medieval en cuanto a la sociedad, la iconografía de la Sagrada Familia estaba basada predominantemente en la Virgen, el Niño y Santa Ana, sobre todo en la zona de la Toscana, debido a que, la madre de la Virgen era la santa patrona de la ciudad de Florencia. La figura de San José, aunque no suele ser representada en la iconografía de esta temática, o si lo hace es de manera más comedida y casi secundaria, es durante el siglo XVII que su figura como padre terrenal del Niño toma más relevancia en las escenas donde su rol paterno y protector es más palpable e incluso, en ocasiones, protagonista. Esto se debe al pensamiento que la Iglesia durante la historia ha tenido sobre él, cuyo interés hacia la figura de San José fue reconsiderándose a medida que se reelaboraban nuevas creencias, añadiendo a ello el desarrollo de la sociedad burguesa.