Escuela española, ca. 1700.
“San Roque”.
Madera tallada y policromada.
Presenta algunas faltas de policromía.
Medidas: 29,5 cm. alt.
Escultura devocional representando a San Roque. El santo aparece trabajado en bulto redondo, caracterizado con los atributos que tradicionalmente lo identifican. Lleva atuendo de peregrino y se alza el bajo del hábito para mostrar las marcas de la peste sobre su muslo. El santo aparece acompañado por su perro, que será también santificado. Su rostro barbado transmite serenidad. Los pliegues de la túnica caen en drapeados naturalistas. Los acabados del manto simulan suntuosos brocados.
San Roque es un santo del siglo XIV cuyas biografías, francesas o italianas, de carácter legendario, se remontan a finales del siglo XV. De hecho, puede decirse que es más conocido por la devoción popular que por la historia de su vida. Nació en Montpellier hacia 1350, quedando huérfano a muy temprana edad. Cuando murieron sus padres repartió la fortuna familiar entre los pobres y los hospitales, vistió hábito de peregrino y en 1367 se dirigió a Roma, donde permaneció tres años, hasta 1371. Al llegar a Acquapendente, en los Apeninos, encontró una ciudad devastada por la peste; se quedó, y se dedicó a asistir y animar a los enfermos, curándolos. Al regresar de su peregrinación, en Plasencia sintió los primeros síntomas de la enfermedad, por lo que se retiró a un bosque para morir en soledad y no contagiar a nadie. Según la leyenda, un perro lo alimentaba llevándole pan todos los días, y un ángel lo curaba. Restablecido, partió hacia Montpellier y allí nadie pudo reconocerlo, ni siquiera su tío. Fue denunciado como espía y encarcelado, y un día su carcelero lo halló muerto.