Escuela italiana; siglo XVI.
“San Jerónimo”.
Barro.
Presenta restauraciones y fracturas.
Medidas: 22 x 7 x 8 cm.
En esta escultura realizada en barro el autor nos presenta una imagen devocional protagonizada por la figura de San Jerónimo, desprovisto de sus atributos iconográficos como pueden ser la pluma, el león, la piedra o el sombrero cardenalicio. El autor de esta obra fundamenta la imagen en el cuerpo y en la identidad del mismo. El rostro, barbado y con cabellera larga nos muestra a un hombre de avanzada edad. Sin embargo, el torso y las piernas presentan un acabado musculoso y tenso en las carnaciones. Esta idealización del cuerpo recuerda en gran medida a los preceptos estéticos de Miguel Ángel, de hecho, la obra denota dicha influencia estilística, no solo en el modelado del cuerpo como ya se ha referido, sino también en el movimiento de la obra, que queda patente en la postura que adopta el santo con una pierna plegada y la otra sustentando el peso, cuya postura pliega su vientre de un modo naturalista, demostrando así el conocimiento del autor por la anatomía humana. Otro ejemplo de la destreza del artista se aprecia en el plegado de túnica que lleva el manto, un trabajo que se mantiene en la zona posterior de la pieza, demostrando así un cuidado ejercicio técnico, incluso en aquellas zonas que no quedan visibles ante el espectador. De hecho, como se puede apreciar en el centro se adhiere la peana, indicando que la figura esta realizada para ser vista de frente.
san Jerónimo nació cerca de Aquilea (Italia) en el año 347. Formado en Roma, fue un retórico consumado, además de políglota. Bautizado a los diecinueve años de edad, entre los años 375 y 378 se retiró al desierto de Siria para llevar una existencia de anacoreta. Regresó a Roma en el 382 y se convirtió en colaborador del papa Dámaso. El insigne santo suele ser representado en el interior de una cueva o en medio del desierto, en este caso aparece con las sagradas escrituras, adoptando un gesto de meditación, lo que inscribe la figura dentro de la iconografía propia del retiro del Santo en el desierto. El manto rojo que porta recoge la tradición que le convirtió en cardenal, y se le representa escribiendo como alusión a la traducción que realizó el santo de la Biblia al latín, que fue considerada desde el Concilio de Trento como la única oficial.