SANTI MOIX (Barcelona, 1960).
"Apunts de Tristà i Isolda".1988.
Tinta sobre papel.
Firmado, fechado y titulado.
Medidas: 56 x 76 cm.
Afincado en la ciudad de Nueva York, Santi Moix vive sumido en una incesante búsqueda que le impulsa a trabajar con voracidad. Creador polifacético, Moix también dibuja y esculpe pero es en la pintura donde encuentra su lugar de reflexión. A la par que ha desarrollado una pintura eminentemente abstracta, Moix ha demostrado en numerosas ocasiones su gran capacidad para el dibujo, como el pastel que nos ocupa o su serie de obras en torno a Las Aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain. Su lenguaje propio le lleva a creaciones inquietantes y enigmáticas que navegan entre la abstracción y la figuración. El artista asegura que, por otra parte, su escultura bebe de su pintura y viceversa, y que son inseparables, pues todo forma parte de un mismo viaje. Sus obras son un como un eco de la naturaleza, objetos imposibles de encontrar en ella. La obra de Santi Moix se caracteriza por la acumulación y la fragmentación, la sensualidad y un sentido poético de la forma en un espacio horizontal plano, denso y vital. Rompe con la imagen de continuidad, crea digresiones que avanzan y retroceden para construir, finalmente, esquemáticas estructuras biomorfas. Pinturas y esculturas que son elementos en movimiento, como laberintos que se ramifican hasta el infinito, y provocan una reflexión sobre un mundo fluctuante arrastrado por la fastuosidad y la rapidez que nos introduce en un tiempo diferente, libre, vital, desbordante y pasional. Uno de los trabajos recientes del artista ha consistido en rehabilitar una iglesia románica de San Víctor, ubicada en el pueblo de Saurí, en el Pallars Sobirà, incluyendo así su huella y motivos en ella, haciendo entrar su pintura en un edificio religioso por primera vez, si bien ha realizado acciones similares en museos y espacios públicos. En el 2002 fue reconocido con la beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation.