FRANCISCO DOMINGO MARQUÉS, (Valencia, 1842 – Madrid, 1920).
“Maja”, 1920.
Óleo sobre cartulina.
Firmado en el ángulo superior derecho. Firmado, fechado y dedicado en el reverso.
Medidas: 17 x 13,50 cm., 46 x 42 cm. (marco).
Domingo Marqués inició su formación en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y en el taller de Rafael Montesinos, quien le inculcó su profunda admiración por Ribera. En 1864 se traslada a Madrid con el objetivo de ampliar sus estudios en la Real Academia de San Fernando de Madrid, y en 1868 obtiene la codiciada pensión para Roma. Ya en 1866 había sido galardonado con tercera medalla en la Exposición Nacional de Madrid por el cuadro “Un lance en el siglo XVII”, y al año siguiente con medalla de oro por la misma obra en la Regional valenciana, méritos que le ayudaron a conseguir la pensión para Italia. En Roma acudió al taller de Eduardo Rosales y se relacionó con Mariano Fortuny, del que haría un retrato póstumo en 1884. Su primera obra como becado, “El último día de Sagunto”, fue enviada a la Exposición Regional de Valencia en 1869 y a la Nacional en 1871, junto con la pintura “Santa Clara”, que le valió la primera medalla. Su segunda obra, “Retrato de Manuel Ruiz Zorilla”, la terminó ya en Valencia, en su famoso estudio de la Gallera, convertido en centro de la vida artística valenciana. Durante un año fue profesor en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, teniendo como discípulos a los hermanos Benlliure. En 1871, al no regresar de Roma, la Diputación decidió retirarle la pensión. Fue entonces cuando Domingo se instaló en Madrid, donde realizó decoraciones en los palacios de Portugalete y Fernán Núñez. En 1875 se trasladó a París, dedicándose casi exclusivamente a la realización de cuadros anecdóticos de exquisita ejecución, como “Un alto en la montería”, de 1901. Estas obras están trabajadas en un estilo minucioso y colorista, y detonan cierta influencia impresionista. En 1914, con motivo del estallido de la Primera Guerra Mundial, volvió a España y se afincó de nuevo en Madrid, consiguiendo el reconocimiento oficial. Ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1917, y fue objeto de un homenaje público en Valencia al año siguiente. El estilo maduro de Domingo se muestra heredero de la tradición naturalista del barroco, y su pincelada llega a deshacer la materia pictórica para centrar su interés en el color y la luz. Está representado en el Museo del Prado, los de Bellas Artes de Valencia, Málaga y Asturias, la Hispanic Society y el Metropolitan de Nueva York y el Lázaro Galdiano de Madrid, entre muchos otros.