Escuela italiana; siglo XVII.
“La educación de la Virgen”.
Óleo sobre lienzo.
Posee marco del siglo XIX.
Medidas: 68 x 68 cm; 89 x 89 cm (marco).
En el centro de la escena se observa a una majestuosa mujer que, con una de sus manos, sostiene un legajo, mientras que con la otra recoge a una pequeña arrodillada, cuyo gesto denota oración. En un segundo plano, una figura anciana, sentado, observa la escena como un espectador pasivo. Estas actitudes sugieren que se trata de una representación de la educación de la Virgen. Sin embargo, la obra se distancia estéticamente de las representaciones habituales al presentar un escenario de carácter teatral, dominado por una arquitectura monumental que se abre a un exterior de gran profundidad.
iconográficamente no es un tema que no surge de la literatura evangélica sino de la voluntad popular de resaltar el papel de la línea materna en la educación humana del Hijo de Dios, voluntad que convirtió también a santa Ana en patrona de las madres de familia. Se trata por tanto de un tema habitual y aceptado tradicionalmente, a pesar de que en las Escrituras se cuenta que la Virgen niña fue entregada para su educación al templo. Se trata de una iconografía que aparece a finales de la Edad Media y se populariza a partir del siglo XVI, figurando desde entonces el libro como atributo de santa Ana. Este tema fue centro de intensas discusiones en los círculos intelectuales de la Sevilla del periodo barroco. Dentro de la doctrina contrarreformista, la Iglesia dictó una serie de normas a los pintores, destinadas a regular el tratamiento de los temas más fundamentales de la doctrina católica, de forma que éstos resultaran comprensibles para el pueblo. En concreto la Virgen se convirtió en uno de los temas más queridos por los fieles católicos, dado que su inmaculada concepción fue puesta en duda por los protestantes. De ahí que proliferen en los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, los ciclos de la vida de la Virgen, una de cuyas escenas es la referente a su educación. Aunque este tema suscitó controversia entre los intelectuales, porque ponía en duda la perfección de María, fue en cambio muy del gusto del pueblo por su carácter humano y realista.