Escuela flamenca; siglo XVI.
“Virgen con Niño”.
Óleo sobre tabla. Engatillada.
Posee marco del siglo XVII.
Medidas: 28 x 20,5 cm; 51 x 46 cm (marco).
Escena devocional en la que el autor retrata a la Virgen con el Niño en sus brazos. La imagen destaca por la sobriedad que desprende la escena. Enmarcados en un ovalo, las dos figuras se disponen sobre un fondo oscuro y neutro sin ningún detalle superfluo. Exceptuando el Ave María que se puede apreciar en letras dorados sobre el fondo de la escena. La Virgen inclina su rostro levemente hacia abajo con una mirada reflexiva y ensimismada que aporta un grado de dramatismo a la escena, quizás en alusión al futuro calvario de su hijo. En el caso de Jesús, este se muestra ajeno al futuro y sentado sobre el regazo de su madre pasa las hojas de un libro seguramente las Sagradas Escrituras. Es interesante hacer mención a dicho objeto porque será recurrente en la representación iconográfica de la Virgen, especialmente en épocas posteriores donde su relevancia sea puesta en duda debido a las crisis religiosas.
Se trata de una pintura perteneciente a la escuela flamenca, ya que estilísticamente presenta numerosas características estéticas de dicha escuela. En esta, hay una reacción realista frente a la fantasía del gótico internacional, es una pintura muy influenciada por el arte de la escultura, es una pintura con un gran sentido iconográfico que nos permite dos lecturas, la simbólica y la realista. Hay importancia por el detalle, con una descripción minuciosa de los elementos que aparecen en la imagen como las vestimentas o los rizos de la virgen delicadamente modelados, nada escapa al ojo del pintor, también se abandona el refinamiento, aparecen seres reales sin intención idealista. El retrato ocupa cada vez un lugar más destacado, hay un mayor estudio de la luz, también veracidad del sentido del volumen, se busca la profundidad en el espacio, consiguiendo la perspectiva de manera intuitiva. Cabe destacar que la escuela flamenca se caracterizó por crear un arte para la burguesía con una estable situación política y pujanza económica. En Flandes floreció un arte monumental al servicio de la Iglesia católica, en parte debido a la necesaria restauración de los estragos que las guerras habían causado en iglesias y conventos. En el terreno del arte profano, los pintores flamencos trabajan para la corte en Bruselas y también para las demás cortes de Europa, produciendo una pintura con temas clásicos, mitológicos e históricos que había de decorar brillantemente los Reales Sitios de España, Francia e Inglaterra.