Escuela italiana; siglo XVI.
“Ecce Homo”.
Óleo sobre vitela.
Presenta marco en latón dorado y hueso.
Medidas: 9,5 x 7,5 x 2 cm.
Relicario que posee una obra devocional en la que se representa el tema del Ecce Homo, muy corriente en este tipo de pinturas. De composición sencilla y clara, con el rostro de Cristo en primer término, el protagonismo del rostro de Cristo ahonda en el poder expresivo y el pathos, pensado para conmover el ánimo del fiel que ora ante la imagen, dentro de un sentido tremendista muy propio del barroco en los países católicos, aunque bien es cierto que en esta pequeña imagen se puede apreciar la presencia velada de más personajes que aportan una gran narratividad a la escena. El tema del Ecce Homo pertenece al ciclo de la Pasión, y precede al episodio de la Crucifixión. Siguiendo esta iconografía, se presenta a Jesús en el momento en que los soldados se burlan de él, tras coronarle de espinas, vestirle con una túnica púrpura (aquí roja, color simbólico de la Pasión) y colocarle una caña en la mano, arrodillándose y exclamando “¡Salve, rey de los judíos!”. Las palabras “Ecce Homo” son las pronunciadas por Pilatos al presentar a Cristo ante la multitud; su traducción es “he aquí el hombre”, frase mediante la cual se mofa de Jesús y da a entender que el poder de Cristo no era tal frente al de los dirigentes que allí le estaban juzgando.
Este tipo de relicarios fueron muy habituales desde el periodo gótico, empleados para contener reliquias de los santos. Es preciso recordar, sin embargo, que entonces se consideraba como reliquia sagrada a prácticamente cualquier elemento que hubiera estado en contacto con el santo o con sus restos mortales (paños, tierra de la sepultura, etc.). Los mejores ejemplos se realizaron en metales preciosos.