Escuela italiana; segundo tercio del siglo XVIII.
“Retrato de dama”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta inscripción en la carta.
Medidas: 98 x 80 cm; 112 x 93 cm (marco).
Retrato de medio cuerpo de una dama de mediana edad, que luce un suntuoso traje con amplio escote adornado con encajes blancos, como se muestra en las mangas dobladas y en la zona del corse. Las tersas calidades de la piel y el ligero arrebol de las mejillas armonizan con el resto, no dejando resquicio por detallar con precisos toques pictóricos. El fondo oscuro realza la figura y la elegancia de su atuendo. La dama mira directamente al espectador con una actitud regia y altiva aunque esboza una leve sonrisa y en su mano porta un documento trasmitiendo así al espectador que se trata de una dama instruida.
El retrato se convirtió durante esta época en el género protagonista por excelencia de la pintura italiana, como consecuencia de las nuevas estructuras sociales que se implantaron en el mundo occidental a lo largo de esta centuria, encarnando la expresión máxima de la transformación del gusto y la mentalidad de la nueva clientela, surgida entre la nobleza y la alta burguesía adinerada, que tomaría las riendas de la historia en este periodo. Mientras los círculos oficiales dieron preponderancia a otros géneros artísticos, como la pintura de historia, y el incipiente coleccionismo alentó la profusión de los cuadros de costumbres, el retrato acaparó la demanda de pintura destinada al ámbito más privado, como reflejo del valor de lo individual en la nueva sociedad. Este género encarna la presencia permanente de la imagen de sus protagonistas, para su disfrute reservado en la intimidad de un estudio, al calor cotidiano de un gabinete familiar o presidiendo los salones principales de la casa.