Atribuido al Maestro JUAN TEJERINA, siglo XVI.
“Los desposorios de la Virgen y San José”.
Óleo sobre tabla.
Posee marco del siglo XX siguiendo modelos del siglo XV.
Medidas. 75 x 53 cm; 95 x 58 cm (marco).
En plena transición entre el estilo gótico y el renacimiento la presente obra nos muestra el conocimiento del autor en las nuevas corrientes de carácter humanista. Esta afirmación queda reflejada en el modo de componer el espacio ya que la escena se organiza a través de un punto de fuga fundamentado en la mirada del espectador. La simetría, habitual en esta imagen de larga tradición artística y el uso de contrapostos, movimientos y pliegues de las vestimentas alejan la obra del hieratismo propio del estilo gótico, aunque bien es cierto que ciertas figuras revelan reminiscencias a dicho periodo. La tabla nos ofrece un tema que alcanzó una notable popularidad a finales de la edad media, aunque su fuente textual no se encuentra en los textos bíblicos canónicos, sino en diversos relatos apócrifos. Se trata de los desposorios de la Virgen María con el anciano san José. A partir de los siglos XII y XIII, y hasta finales del periodo gótico, María fue ganando importancia como símbolo de la Iglesia y sus fieles, pero también como una figura cada vez más cercana, humana, como la madre que intercede por sus hijos terrenales, la humanidad, ante su Hijo celestial, Cristo, en busca de su perdón. En consonancia con esta creciente importancia, aumentó también el interés por conocer su vida, los hechos que jalonaron sus existencia terrestre y su destino tras su muerte. Numerosas obras devocionales y místicas, en muchos casos inspiradas en los antiguos textos apócrifos escritos en los primeros siglos del cristianismo, se apresuraron, así, a rellenar las lagunas que dejaron los evangelistas, narrando episodios de su infancia y juventud con todo detalle. En el caso de su matrimonio con san José, las fuentes ponen especial atención en remarcar el carácter milagroso de estas bodas, señalando que el pretendiente fue escogido entre todos los hombres justos y honorables de Jerusalén, solteros y viudos, gracias a una señal divina.
Las características estilísticas de la pieza nos acercan a la obra del maestro Juan Tejerina, cuya producción se desarrolló especialmente en la zona de Palencia. Seguidor de Juan de Flandes, su cercanía estética ha dado pie a la atribución de las dos tablas de la Visitación de la Virgen a santa Isabel y la Adoración de los Reyes incorporadas al cuerpo alto del retablo mayor de la catedral de Palencia. Se le atribuyen también la Anunciación y la Natividad de la iglesia de santa Eulalia de Paredes de Nava.