Círculo de MICHEL COXCIE (Malinas, Bélgica, 1499 – 1592).
“Cristo Nazareno”, siglo XVI.
Óleo sobre tabla. Engatillada.
Medidas: 104 x 110 cm.
En esta obra de carácter devocional el autor sigue de cerca el modelo de Nazareno establecido por Michel Coxcie (véase el óleo "Cristo con la cruz a cuestas" de 1555 conservado en el Museo del Prado). Estamos ante un pintor coetáneo al maestro flamenco. Se aprecian claras similitudes tanto en composición y encuadre como en el estilo italianizante, si bien nuestra obra también cuenta con la presencia de un soldado. La imponente cruz parece sobresalir del plano, con sus brazos de madera formando rotundos volúmenes. A pesar de ello, Cristo la abraza más que cargarla. Este abrazo simboliza la aceptación del martirio con fines de redención. Las manos, de largos dedos, toman así protagonismo, junto al rostro. El semblante enjuto, de párpados cerrados, comunica un sufrimiento contenido. La sangre perla la frente, horadada por las espinas. Las gamas cromáticas son suaves, de modo que las facciones quedan dulcificadas. Estamos aún lejos del dramatismo barroco. Muchos más próximos son los modelos del Renacimiento florentino.
Michel Coxcie fue un pintor flamenco, conocido como el Rafael de los Países Bajo por su gran éxito dentro del estilo romanista. Comenzó su formación artística junto a Bernard van Orley en Bruselas, y posteriormente viajó a Haarlem y Roma, donde residió hacia 1530-39, lugar donde prendió la técnica de la pintura mural al fresco, siendo el primer maestro nórdico que la practicó. En 1532 decoró la capilla del cardenal Enckenvoirt en la iglesia romana de Santa Maria dell’Anima por lo que alcanzó cierta reputación en Italia, además Giorgio Vasari reconoció que Coxcie había adoptado con acierto el estilo italiano. De vuelta en los Países Bajos, Coxcie ingresó en el gremio de San Lucas de Malinas en 1539. Poco después se mudó a Bruselas, y en 1546 trabajó como pintor de cámara de María de Hungría, tía de Felipe II, ocupando la vacante del difunto Van Orley. Fue un autor prolífico debido a que aparte de cuadros, retablos de altar, frescos y retratos, produjo diseños para grabados, vidrieras y tapices. Su obra, como bien describe el Museo del Prado se caracteriza por prestar especial atención a las representaciones de figuras femeninas, siempre elegantes y bien proporcionadas, mientras que en los cuerpos masculinos acentúa las anatomías son más estilizadas y duras.