ARIEL ELIZONDO LIZARRAGA ( Bruselas, Bélgica, 1968).
"Cubismos y gneiss beige", 2023.
Piedra natural gneiss beige y acero corten.
Firmado en la base.
Se adjunta certificado de autenticidad del artista.
Medidas: 15 x 8 x 14 cm.
La trayectoria vital de Ariel siempre ha estado en continuo e íntimo contacto con la piedra natural, de la que es un verdadero especialista tanto en sus aspectos técnicos como en su aplicación para diversos usos profesionales. Durante muchos años visitó canteras en todo el mundo y conoció en profundidad las formaciones naturales de todo tipo de rocas y piedras, así como los procesos de extracción, corte y acabados. Esa rica experiencia laboral le sirvió asimismo para un conocimiento sólido del acero en una rica variedad de modalidades y aplicaciones. En esos años se fue desarrollando paralelamente su vocación artística como escultor. En su juventud tuvo oportunidad de estudiar y conocer bien las escuelas de arte contemporáneo en Bélgica, pero a su regreso a Navarra el contacto con la tradición de la rica escuela vasca de escultura (Chillida, Oteiza, Mendiburu, etc.) espoleó una indagación metódica y profunda sobre la integración de ambos elementos de un modo genuino y original. La piedra sirve como soporte fundamental, como esencia y base del conjunto ya sea en roca viva o tallada, y de ella surge el acero en formas estilizadas y cinéticas. Se produce así un diálogo vital entre ambos elementos: el origen y la formación de la naturaleza en su aspecto primario por un lado, y por otro el desarrollo personal que en sus variantes líricas o dramáticas representa la búsqueda de un recorrido intensamente personal. El acero, trabajado siempre a mano y en frío, surge de la piedra viva en formas varias, ya sea fino o grueso, oxidado o pulido, natural o laminado en colores, y crece ondulado o retorcido en aventuras estéticas donde piedra y acero conforman una danza visual y sugerente hasta lo onírico e inefable. Todo cabe y se expresa libremente en esa coreografía de dos materiales complementarios, sin excluir el sentimiento dramático, el grito heroico o el difícil equilibrio de lo cotidiano en la existencia humana. Es un arte no conceptual pero sí conceptuado en simbolismo vibrante y pleno de tensión expresiva. Es un arte moderno y actual porque hunde sus raíces en lo primario y ancestral para proyectarse en ese futuro incierto que a veces nos asusta y siempre nos desafía, un arte que con elementos muy étnicos logra elevarse a un lenguaje universal.