Vasija; Cultura Paracas, Perú, 700-300 a.C.
Terracota policromada.
Adjunta termoluminiscencia.
Presenta repintes y restauraciones en líneas de fractura.
Medidas: 23 x 18 x 15 cm.
Huaco en terracota policromada de tipo figurativo, modelado a mano. Presenta forma ovoide, modelada a semejanza de una cabeza estilizada, de volúmenes redondeados, nariz pequeña y puntiaguda, ojos rasgados y orejas rectas, bajas. La boca, abierta y mostrando los dientes, aparece trabajada mediante incisión, como los elementos que adornan el rostro, incluyendo dos serpientes, una sobre la frente y otra de dos cabezas encima de la boca. El huaco presenta dos vertederos, unidos por un puente. La parte posterior aparece pintada en negro, evocando el cabello, y el color se extiende también cubriendo los vertederos, evocando un tocado o quizás los cuernos de un personaje híbrido. El rostro está pintado en tono ocre, con la nariz de nuevo negra, líneas verdes y los ojos con el iris en reserva sobre fondo negro.
La cultura paracas es la antecesora de la nazca, con la que muestra una evidente afinidad cultural. Desarrollada en el antiguo Perú en el periodo denominado Formativo Superior u Horizonte Temprano, tuvo su desarrollo en la península de Paracas, en la región de Ica, entre el 700 y el 200 a.C. Su manifestación artística más destacada fue la producción textil, con piezas de alta calidad en lana y algodón, aunque también destacan su alfarería y su cestería. En cuanto a su cerámica, la paracas es reconocida como la más completa en su evolución de todo el periodo Formativo Andino. Presenta formas muy variadas, vasijas de todo tipo tanto de uso como rituales, además de esculturas antropomorfas. Respecto a la decoración de estas piezas, generalmente seguía el mismo esquema: los motivos se delimitaban con líneas incisas, habitualmente angulosas, realizadas cuando la arcilla está aún húmeda. Tras la cocción del bizcocho se aplicaba la policromía, con colores de base resinosa, principalmente negro, rojo, verde, amarillo y naranja.