Buda de pie Camboya, Angkor Wat, siglo XII.
En bronce patinado.
Presenta desgaste propio de la edad.
Medidas: 24,3 cm. altura; 6,5 x 10,3 x 10 cm. peana.
Buda de pie, siendo representado envuelto en un manto con samppot y una faja ornamentada. Sus rasgos armónicos son realzados por los grandes pendientes y la corona de pomo alto. Muestra ambas palmas de las manos, en un gesto que alude a los mudra vitarka y abhaya.
Angkor Wat, situado en Cambodia, es el monumento (o complejo monumental) religioso más grande conservado del mundo, con algo más de 162 hectáreas. En origen, fue construido como templo hindú al dios Vishnú por el Imperio Khmer, transformándose en un centro importante en el Budismo hacia finales del siglo XII (que continúa en la actualidad), sin ser nunca totalmente abandonado aunque sí pasó épocas de decadencia (principalmente, después del siglo XVI). Dejando aparte la tipología de construcciones (principalmente dos, el “templo-montaña” y el posterior templo de galerías; pensado para representar el Monte Meru, casa de los “devas” de la mitología hindú) está decorado con una gran cantidad de frisos de bajorrelieves en piedra con variados temas (Ramayana y Mahabharata en las paredes interiores de la galería exterior; en otras áreas la Batalla de Lanka, la de Kurukshetra, una procesión del rey Suryavarman II, los 32 infiernos y los 37 paraísos o cielos del Hinduismo, el Samudramanthan, Vishnú venciendo a “asuras” –añadido en el siglo XVI, al parecer-, escenas de la vida de Krishna, apsaras, devata, etc.).
La jemer o khmer es una de las culturas más importantes desarrolladas en Indochina. A principios del siglo VII aparecen las primeras inscripciones en su lengua, en el reino indio de Tshenla, situado en el curso medio del río Mekong. Los jemer se reorganizaron políticamente, y en el siglo IX alcanzaron la unidad de la actual Camboya bajo el reinado de Jayavarman II (802-850), fundador del reino de Angkor. Este monarca había pasado su juventud es la refinada corte de los sailendra de Java, por lo que trajo a su país una importante influencia de la cultura javanesa, así como el protocolo cortesano de dicha dinastía. El arte jemer alcanzó su momento de esplendor durante el periodo de Angkor, desarrollado entre los siglos IX y XIII, y alcanzó ámbitos muy distintos, como los textiles, la laca, la cerámica, la orfebrería, etc. Respecto a la escultura jemer, a partir del siglo VII empieza a separarse de la influencia india y, tras un largo proceso de evolución estilística, desarrollará su propio lenguaje original, consolidado en el siglo X. Será principalmente tallada en piedra y de temática religiosa, si bien en numerosas ocasiones el tema sacro se convierte en mera excusa para representar escenas cortesanas, aunque aparezcan protagonizadas por dioses. De ahí el mayor grado de realismo respecto al arte indio, dado que los artistas tomaban como modelo a cortesanos reales. El resultado son admirables imágenes de dioses de imponente presencia, dotadas de una cierta sensualidad femenina y una sofisticada belleza.